Siempre la esperaba fumando. Los autos pasan y se precipitan sobre los semáforos en verde. Ella todavía no llega y una amarga gota de sudor recorre mi cachete. Otra más se precipita sobre las fauces de mi cara y revienta en el pavimento de la Avenida Santa Fe. Una pitada al cigarrillo y el humo de los últimos centímetros. Nunca sabe tan bien como el principio del cigarro. Debe ser que ya no lo quiero fumar. Y otra gota más. No entendía el por qué de mis nervios ante la inminente llegada. Me pasaba siempre. Siempre que la esperaba no solo fumaba , sino que también me ponía nervioso.
En mi estomago se revolvía una caravana de millones de mariposas. Millones una a tras de otra. Dando vuelta de principio a fin.
2 comentarios:
Sabés que me sentí re identificada con lo que escribiste. En realidad, creo que al que lee esto se puede sentir así.
Me encanta como escribís Beli!
Seguí así o mejor, un besote muchachito.
Guada
Cambia "cachete" por "mejilla" y te pongo un publicable. Atentamente, tu editora no oficial.
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